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Un rey inviolable

Qué es para ti un rey, preguntan cada año en los colegios. Parece ser que el objetivo es acercar a los escolares la figura del rey aprovechando el marco educativo, y que a estas edades los monarcas se representan envueltos en ese halo de misterio propio de muchos cuentos, aún conservan ese resquicio supraterrenal de seres provenientes de otro mundo, un hermoso mundo que obviamente sólo puede existir en un reino muy lejano, o en una galaxia muy lejana. Aunque este año haya 3000 participantes menos, aunque en Cataluña y Euskadi la participación sea muy inferior a la del resto de comunidades autónomas, me imagino que este concurso no lo ganará ningún independentista ni ningún avispado que hable de Urdangarín. A pesar de ello no podemos obviar que los tiempos están cambiando, los tiempos están cambiando a los reyes y los reyes están cambiando a los tiempos. La información que corre como la pólvora emborrona esa imagen idílica de rey dechado de virtudes, digno sobre todas las cosas, comodín perfecto de la unidad del reino. Hoy todo se dice y todo se sabe en directo.
Hoy todos opinamos, y se trivializa lo divino. Aparte de que los tiempos están cambiando a los reyes. Hoy la familia real quiere ser libre, vip y mundana de alto standing, se casan con quienes quieren, se divorcian o se van de la foto, se pelean con la suegra de puro natural, pero el funambulismo real se sigue practicando con mil redes debajo.

Qué es un rey para ti, imaginemos esta pregunta dirigida a un adulto que no sea catalán, que no sea de derechas ni de izquierdas, que no sea… subjetivo, qué es un rey hoy y para qué sirve. Yo no podría contestar, aunque sí puedo recordar que cuando era pequeña y quería ser objetivamente adulta yo me decía “un rey es un símbolo”, “un símbolo de España”, “algo como la bandera, pero de carne y hueso”. Bien. “El rey representa a España”. Bien. Pero nunca me pregunté ni me preguntaron para qué servía, por eso hoy en la respuesta incluyo el para qué sirve y eso hace de mí una persona ni medio objetiva. Un símbolo vale a quien le vale pero, objetivamente, si un rey es un símbolo no debe hablar, y casi ni respirar. Si un rey es un símbolo no puede gobernar, dirigir, ni dar su opinión, entonces un rey sería lo que hoy en día llamamos un figurante, para algunos un figurante emocionante. Y sin embargo se mueve, como diría el sabio, vaya si se mueve, y vemos cada movimiento con precisión microscópica, porque los tiempos cambian y los reyes han contribuido a ello mostrando debilidades dignas del más pecador de los mortales : han pasado de la lujuria y la pereza a la codicia y la vanidad del faranduleo de los tiempos que los han cambiado. Y entonces sin gobernar opinan, y eso es ponerse a la altura del de sangre roja, a la altura de quien piensa, siente, padece y le pica un pie. Y eso ya no es un símbolo. Yo no soy objetiva, pero el rey tampoco lo es, ni la reina, que ella sabe algo de ser objetiva y de no serlo, de opinar y de informar. Ella fue ella antes que reina, y sabe lo que pasa en la cocina. Y a él eso le gusta.

Una vez que todo ha cambiado, que el rey da su opinión sobre lo que debe ser la unidad de España -porque escoge sus temas- situándose al lado del gobierno y por encima del parlamento, del mundo mundial de su España, y descredita a los descontentos con todo el peso de su simbología milenaria, además de velar por una unidad evidentemente rota, cabría preguntarse por qué no nos protegió de la corrupción o de otras lacras que se cernían sobre nuestra España común. Si ya nada es lo que era, podría sin duda intervenir en favor de algún tipo de valor o causa, de paso que felicita la Navidad o da un premio príncipe o princesa.

No es tan difícil. Veamos. Toda España está hoy en la calle. Por qué no da un paso al frente el noble rey para hablar de justicia nacional, de mujeres, de violaciones, de patriarcado, y defiende a todas las mujeres españolas, él que tiene una familia compuesta por mujeres. Ya sé que esto no afecta a sus garbanzos, que está a salvo porque él es inviolable en los juzgados y en los portales, y que su mujer e hijas no irán nunca de fiesta a los sanfermines a exponerse sin llevar un escuadrón de guardaespaldas. Pero el rey decidió que si el sistema lo seguía sosteniendo, el próximo monarca sería mujer, así que, por favor, ahora en serio, que algún técnico en coherencia protocolaria le diga de una vez que la modernidad tenía un precio.

 

Covadonga Suárez

Ya sé que esto no afecta a sus garbanzos, que está a salvo porque él es inviolable en los juzgados y en los portales. Clic para tuitear

1 comentario en «Un rey inviolable»

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