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Orgullo pascual

El cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 o el Orgullo Pascual.

Con respecto a la polémica desatada por el cartel de la Semana Santa de Sevilla, quizás convenga recordar que una historia siempre se puede contar desde al menos dos ángulos. Por eso, hay dos puntos que se entremezclan en este polémizado anuncio de la celebración. El primero se sitúa en su origen, es decir, poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, cuando empezó todo: la época en que los cristianos eran perseguidos y arrojados a los leones solo por el hecho de serlo,

Todas las revoluciones empiezan con la reivindicación de derechos, de más tolerancia o de más igualdad. Y el cristianismo no fue una excepción, por mucho que la idea haya calado tan hondo que todas las ratas del reino se hayan arrimado a lo largo de los siglos para sacar tajada o placer individual, convirtiendola en un producto de marketing vertebrado por una jerarquía mucho más humana que divina.

Lo que arrasó fue el carisma tremendo de un hombre que llegó a decir que Dios era uno de los nuestros. Pero, como a todo pacifista, lo mataron. Y con ello lo hicieron rey : a pesar de la Iglesia y de la historia, la figura de Jesús es del pueblo, y la Semana Santa lo confirma. Si nos damos cuenta, la representación escénica de la pérdida, del desgarro y del luto cobra una dimensión desmesurada, mucho más que la resurrección. De esto se deduce que la idea de Jesús como ser humano es la que triunfa, no como dios que se eleva a los cielos sino como abanderado de unos ideales, y que es eliminado solo por ser quién es. Sabemos por experiencia que un mensaje de igualdad y tolerancia es siempre una amenaza para el poder, y al mismo tiempo es lo que mueve al pueblo -siempre- a salir a la calle.

Dicho esto, aquí llega el segundo punto de esta historia y la polémica por un Cristo de Salustiano García, rompedor -en más de un sentido- con una tradición austera y tenebrosa. Al margen de la intención del autor y del contexto religioso donde se inscribe el encargo (Semana Santa de Sevilla 2024), en un cuadro que ha tardado cuatro meses en ser ejecutado por un artista con una amplia experiencia, nada es casual. Todo ha sido pensado y calculado para suscitar una experiencia estética donde la connotación existe. Y la visión de este cuadro puede recordarnos inmediantamente a la estética gay, pop y kitsch de « Pierre et Gilles », por ejemplo, que también incluian a personajes religiosos.

Actualmente, no hay homosexual en España que no quiera un póster de este Cristo jovencísimo, moderno y bello a rabiar, peinado de raya con el pelo por detrás de las orejas, barba tallada, estilizado, con la cadera ligeramente entornada hacia la izquierda, sudario impoluto, control piloso impecable, y sin rastro de las tradicionales heridas salvo aquellas que la mano sugiere y señala muy discretamente. Todo parece brillar en este triunfo de la carne tras la muerte.

Y llegó el escándalo. Sorprendentemente no han cosechado la misma repulsa otros Cristos WASP hollywoodienses, ni otras representaciones enrubiadas de ojos azulmente palestinos. Que el sector ultra esté hoy lanzando espumarajos por la boca cuando nunca le ha chirriado la belleza sublime de Jim Cazievel en «La pasión de Cristo» del ultra de Mel Gibson, es la prueba de que este cartel, con intención o sin ella, propicia una lectura de amor, igualdad y tolerancia que parece un guiño ancestral.

Faltaba un Cristo a imagen y semejanza, que se saliera del molde de aquellos que se hicieron con la leyenda.

Covadonga Suárez

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