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La mentira después del 11M

La mentira después del 11M. Viajero en Atocha

« La mentira es algo que se esconde para no tener que existir », así comenzaba una maravillosa canción de Radio Futura : « En alas de la mentira ». Aunque la historia que cuenta la canción nada tiene que ver con el tema de este artículo, su definición de la mentira aporta una luz intensa en un día como el 11M. Más aun cuando el album, de 1985, se titula « De un país en llamas ».

La mentira se ha escondido hasta en el último recoveco de la verdad, y sigue escondiéndose como si estuviésemos todos locos o paranoicos. Porque esa es la gota china de los tiempos modernos para todo aquel que esté buscando un poco de claridad.

La cosa funciona así : el poder de los intocables consiste en salmodiar el relato sin mover un músculo facial, exhalar como una reverberación fonética una lógica viciada. Es cuando mentir sale gratis y no pasa nada, entonces todo se puede repetir una y mil veces porque nunca pasará nada. Llegados a este punto la teoría del complot para cubrirse las espaldas se monta sola. Solo queda añadir un «marco constitucional» a cada frase para deslegitimar todo gobierno elegido democráticamente y desacreditar toda oposición ideológica.

El 11M nos pilló desprevenidos no solo por el coste humano que eso supuso sino por la pérdida de toda inocencia. Crecemos pensando que para utilizar el dolor ajeno y mostrarse inpermeable a la ética hay que ser de otra especie. Y sin embargo en el 2004 la complicidad en torno a la mentira se extendió como un manto protector -pues de eso se trataba- , más allá del compangueo bélico de las alturas, entrando en despachos, instituciones y redacciones de periódicos.

Y de aquellos lodos estas cloacas. La chapuza zarandeó el trono del embuste pero no acabó con él sino que encasquilló la verdad para siempre en las bocas del Partido Popular, avivando a su vez la desinformación de los periodistas afines. El mentor del mentidero creó escuela en plena democracia. Ahora hace apariciones escogidas como un distinguido conferenciante, animando al golpismo –  « el que pueda hacer que haga »- como el que pide una aceituna para su martini. Sus alumnos se dan codazos en Madrid para coger sitio y rascar el botín de su legado.

Pero no. Hoy no saldrá a la palestra el gran maestro a torear un toro como este en una tarde como esta. Porque son así. Tampoco el actual líder del PP ni su sucesor en Galicia participan en ningún debate electoral digno de ese nombre. Afrontar la verdad les perjudica en las urnas, y eso es una evidencia histórica. Y pobre de aquel que intente desenmascararlos. Véanse los cuchillos mediáticos que se ciernen actualmente sobre la periodista Silvia Intxaurrondo, por pillar antes a un mentiroso que a un cojo.

Aquel equipo de gobierno que se reveló a posteriori como uno de los más implicados en casos de corrupción de nuestra historia, ya había faltado a la verdad con tragedias como la del Yack-43, desastres como el del Prestige y guerras para encontrar armas de destruccion masiva que nunca aparecieron. Dejaron solas a las familias de las víctimas que no les bailaron el agua, se pusieron de perfil con el bombardeo norteamericano del hotel que costó la vida al periodista José Couso, y a cuatro días de la cita con las urnas escribieron con sangre la palabra ETA para salvar su pellejo electoral.

Hoy en día, las trolas a granel, o que resuciten a la banda terrorista en función de las necesidades del momento no debería cogernos desprevenidos. La memoria es corta, pero una mentira aupada en la desgracia del 11M representa un precedente en las conciencias de todos.

Aunque la picaresca de alcantarilla lleva años abonando el sustrato de nuestra maltratada democracia.

Covadonga Suárez

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