Desde « El que pueda hacer, que haga » con vocación golpista, del expresidente Aznar, ha pasado algo más de una semana y ha ardido Madrid. Sedes del PSOE han sido vandalizadas y policías agredidos durante manifestaciones desbordantes de simbología franquista, convocadas, animadas o toleradas por la derecha española y/o sus tentáculos.
Después de la cobra que le hizo Ayuso a Feijóo, condenando la violencia en las protestas, el espíritu belicoso ha vuelto este domingo a las filas del PP, cuando el señor de la guerra miraba atento desde la algarabía popular a sus retoños, unos más clavaditos a él que otros.
Así, jaleada, estirando la boca hacia esa A permanente, tan castiza, esa de cuando Isabel Díaz Ayuso se crece en libertad (la suya), la de decir lo que piensa cuando le sale, la presidenta expuso la revalidación de toda una semana de principios latentes que la habían conducido pletórica hasta el micrófono.
Toda la semana, el que pudo hacer, hizo, invocando a Franco y al nostálgico paredón que antaño acababa con todas las discusiones y contrariedades, pidiendo ajusticiar al presidente salido de las urnas, y pidiendo cárcel eterna para los que dan golpes de estado con urnas. Al final las urnas tuvieron la culpa de todo, y a lo contrario le llamaron libertad. Enorme.
Pues bien, como decía, después de la calle caliente, llegó Ayuso como la libertad guiando al pueblo -de Madrid, salido de madre-, y devoró ese discurso ardiente para luego lanzarlo a los cuatro vientos vestido de normalidad, sin alusiones explícitas a su apoyo a los ultras, sino diciendo : « quienes están dando la cara por todos, no están solos, ¡gracias, valientes! ». Y animando a seguir, porque «hay que dar esta batalla, por larga que sea», belicismo y buenas maneras de la que se compremete a « devolver golpe por golpe ».
Y aquí casi habría que definir «golpe» para saber qué golpe habría que devolver, de lo contrario todo indicaría una nueva invitación al golpe de estado, 10 días después de que lo hiciera Aznar. Digamos que en «golpe por golpe» el primer golpe es el que hace pupa, el de la democracia que permite formar gobierno a través de pactos, y el segundo golpe, el que se pretende devolver, es el que nace de la ofensa que supone estar en el bando de los que no van a gobernar, algo parecido a un golpe militar.
Y cada uno lo expresa a su manera : Feijóo, queriendo repetir elecciones hasta el infinito, Ayuso a hostia limpia, como diría ella si pudiera. Pero no puede. Por eso « el que pueda hablar que hable, el que pueda hacer que haga ». Que siempre acaba apareciendo un espontáneo lanzando espumarajos por la boca con una pistola cargada. Y, mientras, a seguir cuestionando la democracia cuando no sonríe a la parte que le toca, que si algo caracteriza a la derecha española actual es su forma de desnormalizar la normalidad democrática.
Los nostálgicos de la reserva espiritual de Occidente, hoy tienen la reserva ultra concentrada en Madrid, como si Madrid fuera el mundo, y como si la democracia fuera una pesadilla para cualquier español de bien, incluidos esos españoles de bien que Ayuso está esperando a que caigan de la burra para subirse al carro.
Pues nada, ya se irán dando cuenta ellos solos de que no son nación. En todos los sentidos.
Creo que te has quedado corta. El golpista no necesita de golpe anterior. La razón la coge ad hoc y a su manera. Para entendernos, a su dictado o su imperio.
Exactamente. El primer golpe es una construcción mental para que el ofendido se sienta legitimado.