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Blonde, historia de la flor arrancada.

Blonde, es la película de Netflix de la que todo el mundo habla en este momento. Se trata de una adaptación de la novela de Joyce Carol Oates que presentaba una visión ficcionada de la vida de Norma Jeane Mortenson, hoy más conocida como Marilyn Monroe.

Esta película se concentra en lo que oculta el neón : el hilo rojo de su fatalidad. Y la narración lo lleva al extremo novelando su trayectoria vital a través de episodios escogidos, presentándolos de manera intimista, exacerbada, como una herida abierta en una piel hipersensible. El objetivo : filmar a través de vivencias concretas el camino que lleva a la pérdida íntima de Norma Jeane.

Se ha criticado la película por múltiples razones. La primera, por no reflejar fielmente la realidad, inventarse vivencias o distorsionarlas. Ha causado sorpresa a pesar de estar ya avisados, porque, como sabemos, se basa en un texto de ficción. Sin embargo la historia oficial podría ser el detonante de todo lo contrario. En efecto, estamos al corriente de lo que se ha dicho y escrito, de lo que es el mito, la realidad, e incluso de lo que sospechamos, lo que no sabemos y probablemente no sepamos nunca. Todo eso está muy claro en nuestro subconsciente. Por esa misma razón, una película como Blonde encuentra su lugar en la construcción de nuestro imaginario colectivo, y se integra en él fácilmente, en sus desvaríos o extravíos, porque son absolutamente pertinentes en la construcción de una parte del mito.

Por otro lado, para algunos, Blonde estaría ofreciendo un punto de vista recreado, y no la visión de la propia Norma Jeane. De este modo se estaría falseando su historia y cayendo en lo contrario de lo que pretende el director, apoderarse de nuevo de una vida ya secuestrada por Hollywood. También ha sido tachada de reduccionista, de empequeñecer la figura de la actriz, al obviar sus contribuciones sociales y cinematográficas. Pero es tan sencillo de rebatir como decir que la cinta no trata sobre eso. El mismo Andrew Dominik definió su película como una « experiencia emocional ». Su finalidad no es dar una respuesta sino sacudirnos con una pregunta : ¿Por qué la diosa del amor no quiere vivir más?

Estructuralmente persigue el enigma del suicidio de Marilyn Monroe a través de vivencias concretas vinculadas a personajes clave en la trama de la desestructuración de Norma Jeane: infancia, debut profesional, los « dióscuros », aborto, Di Maggio, Miller, aborto, Kennedy, …

Blonde, narrada a menudo desde planos detalle, con cambios de color, sorprendentes transiciones entre las secuencias, y una fotografía impecable, es una pesadilla introspectiva salpicada por el lirismo omnipresente de una infancia no nata bajo una piel adulta.

Nada hubiese sido posible sin la inmensa actriz Ana de Armas que entrega absolutamente todo a la cámara. Sorprende su físico menudo -lejos de la exuberancia de la Marilyn que recordamos- con ojos anonadados e inmensos, en primeros planos que subrayan esa imagen de chiquilla temblorosa, sola, atemorizada, atormentada, a flor de piel. Y a merced de las bestias.

Los hombres se suceden en su vida atraídos inexorablemente, entre la fascinación, la incomprensión y el desprecio. De una forma u otra se aprovechan de ella. Objeto de deseo, su candidez y vulnerabilidad la hacen accesible e irresistible. El patriarcado más vil y poderoso del star system la destroza y la devora. Suplanta su libertad, y la engulle.

Hay escenas impresionantes, como la que narra sus comienzos en el mundo del cine con la violación a manos de un productor de cine. O la que muestra a dos hombres de Kennedy arrastrándola por los pasillos de la Casa Blanca como un objeto de consumo rápido para el presidente, quien, sin dejar de hablar por teléfono, le indica de forma apremiante que debe practicarle una felación.

Marilyn no es dueña de nada en ningún momento. Y eso es lo que la conduce al suicidio. Por un lado, su estatus de víctima lo forja una infancia (madre cruel finalmente internada en un psiquiátrico, padre ausente e idealizado) que parece incrustarse cada vez más en ella a través de las edades, reavivada en abortos involuntarios. Y, por otro lado, Hollywood y su patriarcado despiadado, manipulador, con el estatus del monstruo que devora a la niña destruyendo a la mujer. Al final, a Marylin no le quedaba nada. Ni tan siquiera Norma Jeane.

Si no es una conclusión, es en todo caso una emoción. Y eso es el arte.

Covadonga Suárez

Objeto de deseo, su candidez y vulnerabilidad la hacen accesible e irresistible. El patriarcado más vil y poderoso del star system la destroza y la devora. Suplanta su libertad y la engulle. Clic para tuitear

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